Este texto salió publicado en el catálogo de la muestra en Montevideo. Gabriel es el director del museo y un reconocido teórico de arte contemporáneo.
"Uno de los propósitos que ha estado presente en los guiones de exposiciones realizadas en el Museo Blanes ha sido la exploración de las relaciones entre arte y antropología, no solamente como una manera de poner en acto, dentro del museo, una de las aproximaciones disciplinarias más notorias en el mundo académico, sino, sobre todo, como una manera de cuestionar las frágiles fronteras actuales del arte en relación con las estrategias de la crítica cultural, de las prácticas religiosas, de la imaginería popular, de las construcciones de identidad grupal, para las cuales la dimensión estética se torna una cuestión predominantemente instrumental.
En esta línea de política museal recibimos con particular interés la exposición “Dueños de la Encrucijada, estéticas de Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata”, en la cual han trabajado estudiosos del tema, religiosos y artistas plásticos argentinos y uruguayos.
El hecho de que la exposición sea resultado de una tarea colectiva, tiene la virtud de poner en cuestión el concepto de guión curatorial personalizado y de enfatizar la idea de una superposición de estéticas diversas, todas ellas formando parte de la inmaculada sustancia religiosa del material expuesto. Como señala Juan Batalla refiriéndose al propio ritual de ofrenda a Exú, “el éxito de la operación que se lleva a cabo depende tanto de la intención como de su propio desarrollo visual”, es decir, depende tanto del sentido de la ofrenda como de su propia presentación formal ante la divinidad. Este hecho supone una identificación entre la dimensión estrictamente estética y la estrictamente religiosa, al punto que sus respectivas especificidades quedan desdibujadas frente al común denominador instrumental: lograr el éxito de la ofrenda.
Desde el punto de vista museográfico, este problema genera un interesante desafío, ya que los materiales expuestos se ajustan a un doble cometido: por un lado exponerse ante Exú y Pomba Gira como parte de un ritual religioso y no museográfico, pero por otro lado, ser leídos como objetos estéticos en el marco de un museo de arte. Esta es la tensión conceptual más significativa que subyace en “Dueños de la Encrucijada”. Tensión que remite, por otra parte, a la situación del visitante al museo como un “observador participante”, según la celebrada frase de Levy Strauss para referirse al modus operandis del antropólogo. En efecto, el observador no comprometido religiosamente con los objetos de culto que observa, mantiene una distancia crítica con respecto a ellos muy diferente a la del visitante comprometido, o al menos “enterado”. Esto hace que la muestra convoque un juego de miradas complejo en el cual el aura del objeto es asumido como un atributo tanto estético-formal como religioso-moral. Esta “manifestación irrepetible de una lejanía, por cercana que ella pueda estar” (W. Benjamín) será ahora percibida desde situaciones culturales y sociales diferentes. La apuesta simultánea a la diversidad y a la colectividad de la mirada es asunto propio de una museología más preocupada por las construcciones identitarias que por las consagraciones de la historia del arte."
Gabriel Peluffo Linari
Director Museo Blanes
viernes, 1 de mayo de 2009
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